jueves, 7 de abril de 2011

El miedo de los Wiwa colombianos, rehenes de un conflicto que no es suyo




Belén Anca López

Madrid, 7 abr (EFE).- Desde la década de los 80 la comunidad indígena colombiana de los Wiwa vive entre el fuego cruzado de la guerrilla y los paramilitares, con una sensación permanente de miedo y "rehenes" de un conflicto y una lucha que no es la suya, relató hoy en Madrid Custodia Gil Sauna, una de sus líderes.

Los Wiwa son uno de los cuatro pueblos originarios de la Sierra Nevada de Santa Marta y pertenecen a la comunidad de Cherwa, donde sólo uno de cada diez habitantes tiene acceso a agua segura.

El 60 por ciento de los niños padece desnutrición crónica y el 50 por ciento de las familias vive en inseguridad alimentaria.

Nacida en 1975, con cinco hijos y auxiliar de enfermería, Custodia es actualmente promotora e investigadora en seguridad alimentaria para la comunidad de Cherwa de la organización indígena OWVBT (Organización Wiwa Yugumainun Bunkunuarrua Tayrona).

Estos días se encuentra en Madrid, junto a dos representantes de Acción contra el Hambre, para explicar la situación a día de hoy en la Sierra Nevada de Santa Marta, un conflicto "invisibilizado" entre la comunidad internacional.

En un encuentro con unos pocos periodistas, Custodia explica que se trata de un territorio sagrado, escenario hoy en día del enfrentamiento entre la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los paramilitares.

Con música de fondo originaria de su tierra para sentirse más cómoda al hablar, esta líder wiwa asegura que la guerrilla y los paramilitares entran a su antojo en sus tierras sembrando el terror y el pánico entre los indígenas y violando a las mujeres, lo que trae además enfermedades.

Custodia señala que ni siquiera los médicos quieren entrar en esa zona por miedo a represalias.

Los rumores sobre las masacres por parte de la guerrilla y de los paramilitares en otras comunidades de la zona hacen vivir a estas familias en constante incertidumbre y bajo la sombra del miedo a perderlo todo en cualquier momento.

Miedo a los asesinatos y a las amenazas de los grupos armados. Ese es el sentimiento general de los Wiwa, que sin embargo se resisten a irse de sus tierras, de su "territorio sagrado".

"Están armados hasta los dientes", afirma esta mujer de mirada tímida pero a la vez resuelta a la hora de hablar claro y asegurar que unos y otros, los guerrilleros y los paramilitares, acusan a los habitantes indígenas de colaborar con el enemigo.

Gracias a su ubicación en la parte alta de la Sierra Nevada de Santa Marta, los grupos armados no han logrado entrar en Cherwa, pero sí han generado un cerco a su alrededor confinando a sus habitantes y provocándoles importantes restricciones alimentarias.

Esto provoca el "confinamiento, el bloque y el desplazamiento" de los indígenas, dijo Pilar Medina, de Acción contra el Hambre, única organización humanitaria en la Sierra Nevada de Santa Marta.

En muchas ocasiones los desplazamientos se producen dentro de la misma sierra o vereda, por lo que a la hora de elaborar estadísticas no están contabilizados. "Se trata de población invisible, que vive en lugares a los que no llega el Estado colombiano", apunta Jorge Mario Ríos, técnico de seguridad alimentaria de esta ONG.

Colombia sigue siendo el segundo país del mundo con mayor número de desplazados por la violencia, sólo por detrás de Sudán.

Así, los Wiwa, los "hermanos mayores" como los define Custodia frente a los "hermanos menores" en referencia al hombre blanco, se resisten a dejar sus tierras, sus casas y sus pertenencias.

"Dejar la naturaleza y los sitios sagrados, ir a las ciudades es difícil y drástico para nosotros", añade, antes de lamentar que esos desplazamientos llevan a la pérdida de la cultura y de las tradiciones de los "guardianes de la Sierra Nevada".

Viviendo en un país que lleva más de 50 años de conflicto, Custodia recuerda que la tierra es la madre o la fuente de la alimentación de estas comunidades y que debido a su confinamiento tienen serias dificultades para estabilizar sus medios de vida.

"Queremos que nuestros hijos salgan adelante, pero son muchas las necesidades que tenemos", lamenta.

La Sierra Nevada de Santa Marta es el refugio ancestral de los pueblos indígenas Kogui, Arhuaco, Wiwa y Kankuamo, en total unas 52.000 personas, cada uno con su propio territorio y su lengua. EFE

bal/

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